¡Hola! Soy Daniel, tengo 6 años y vivo en Quito con mis papás y mi perrita que se llama Pulgosa. Vivimos en un departamento pequeño (no tengo mucho espacio donde jugar y Pulgosa tampoco). Mis papás trabajan mucho, me llevan a una guardería luego del colegio para que aprenda cosas nuevas y me ayuden con los deberes.
Me gustan los perritos, ver televisión y jugar en el parque, pero sobre todo me dedico a trabajar duro con mis papis.
Voy a contarte cómo es que trabajo duro con mis papis, pero antes de eso quiero preguntarte algo que he notado y no sé si sólo me pasa a mí o a todos los niños. Sí, te pregunto a ti, que lees esta historia, porque si la estás leyendo es probable que para ti sea tan importante como para mí este descubrimiento.
¿Te has dado cuenta que cuando eres es pequeño, los adultos a veces actúan como que no existes o te hablan con palabras complicadas y se molestan porque no les entiendes? también me sucede que cuando estoy con mis papás, y un adulto quiere saber algo de mí, se lo pregunta a ellos y no a mí; o cuando me lo preguntan, dicen algo como:
- Danielito. ¿Quieres un chupetito?, ¿quieres?, ¿quién quiere un chupetito?.... ¿Tú, Danielito?-
La voz chillona y los gestos exagerados, nunca faltan. Y por supuesto los pellizcos en las mejillas y los besos de las amigas de mi abuelita, cargados con kilos de pintura de labios están siempre presentes.
Estoy confundido, ¿qué esperan que diga?
- ¡Shi, shi… dame un chupetito, agugugugu!-.
Ya no soy un bebé… pueden hablarme como a una persona “normal”, además estoy seguro que ni siquiera a los bebés les gusta que le hablen así.
El otro día vi en la tele que los perros odian que les hablen de eso modo, decía el señor encantador de perros.
¡Entiendan, ya no soy un bebé!
Es verdad, aún duermo con mi osito, y lo arropo por las noches; pero duermo con él porque las noches de Quito con muy frías y a Arturito (mi oso de peluche) se le ponen heladas las patitas.
También me gusta que mi papi me cargue hasta mi cama por las noches, pero no lo hago porque soy un bebé. La verdad es que estoy despierto, pero me hago en dormido en el sofá de la casa o en el auto, para que mi papi cuando llegue me abrace, me acueste en mi cama y me bese en la frente.
Mi papá trabaja mucho, a veces llega y de verdad me he dormido, lo veo sólo los fines de semana que no tiene que ir por su oficina, y cuando está en casa, casi siempre trabaja en el computador o mira su teléfono celular. Así que me aprovecho y a veces me hago el dormido para que me consienta cuando llega a casa.
Algunos días mi papá me lleva a su trabajo porque no puedo ir a la guardería, entonces entramos a su oficina que está llena de cosas de gente grande y no puedo tocar casi ninguna, ahí me aburro un montón. Cuando mi papi se descuida le apago la computadora; pero no porque sea un bebé y no sepa qué pasa si le aplasto ese botón plateado. Yo sé bien que es lo que pasa, la computadora ya no funciona por un rato, y aunque mi papá se pone muy molesto, casi siempre me dice: - Daniel, vamos a comprar unos aplanchados mientras enciende la computadora.-
Entonces salimos un rato los dos, compramos, caminamos y mi papi está furioso porque perdió el trabajo que estaba haciendo, pero se ríe aunque cree que yo no lo veo.
Sé que eso de apagar la computadora está muy mal, pero me gusta salir a comprar aplanchados con mi papá.
Mi mami también trabaja mucho, y cuando está en casa, ella dice que tiene que cocinar, lavar, fregar, barrer, limpiar y casi no tenemos tiempo de sentarnos para jugar.
Los fines de semana son los días que pasamos juntos, y es entonces cuando realmente empieza el trabajo duro con mis papis.
Los sábados y los domingos mi labor más complicada es enseñarle a mi mamá, que es divertido cocinar y yo puedo ayudarla. Mi mamá siempre dice que cocinar es lo más fastidioso del mundo y yo le enseño que podemos pasarla muy bien, haciendo pasteles, empanadas, tallarines y hasta el brócoli puede ser una buena elección (aunque no me gusta el brócoli, cocinarlo con mi mami lo hace delicioso).
También la ayudo con la limpieza de la casa, entonces ponemos música con mucho volumen, todos cantamos y hacemos buenos pasos de baile, imaginando que la escoba es la mejor pareja. También Pulgosa salta de alegría porque le gusta que mis papis estén bailando abrazados, ellos me abrazan a mí y a ella la abrazamos también.
Mi papá y yo jugamos con soldaditos verdes, a veces jugamos a la tienda, o que yo manejo el bus y él cobra el pasaje. Mi papá no sabe cómo jugar y yo le estoy enseñando.
Cuando jugamos a la tienda, a él le gusta ser como el Señor Jaime, que es el dueño de la tiendita de verduras que queda al lado de nuestra casa. Y entonces, le pone precio a cada fruta y verdura, suma lo que escogí para comprar y le resta al dinero de mentira que llevo en el bolsillo. Yo sé sumar y restar (ya casi puedo sumar 4+8+1+4), pero ¿por qué vamos a sumar, si estamos jugando?
Cuándo a mi papá le toca ser el que hace la compra, se pone tieso, y no le gusta estar con la funda con frutas, panes y verduras porque dice que son de mentira. Pero poco a poco ha aprendido a divertirse, porque yo le he estado enseñando.
Una vez, estaba coloreando en la mesa de mi casa, y pinte con mis creyones las paredes de la sala, mi papá y mi mamá estaban furiosos porque dañé la pintura de las paredes y decían que lo hice porque aún soy pequeño. En realidad no pinté la pared porque sea un bebé, usé mis creyones ahí porque la sala es toda blanca y aburrida, pensé que les gustaría que pintara algunas flores en nuestra casa, pero a ellos no les pareció buena idea. Ya lo sé, no debo pintar las paredes, sólo en las hojas de papel que me den mis papis.
Algunos días mis papis prefieren que vea dibujos animados en la televisión todo el día, (eso es divertido, sobretodo Star Wars Rebels) pero me gusta más cuando vamos al parque y jugamos en los columpios. Cuando vamos al parque, mi mamá se queda viendo el celular. Entonces yo me trepo en la resbaladera más alta del parque y le grito: - ¡Mamá, mira!- Mi mamá deja el celular y se levanta rápido de donde está sentada y grita: - ¡Con cuidado, Daniel! – y mi papi es quien me sujeta al final de la resbaladera.
Yo quiero lanzarme solo por la resbaladera, porque no me da miedo (sí me da un poquito, pero no le digas a mi mami), pero no me molesta que mi papá siempre esté ahí para sujetarme, eso me hace sentir fuerte y valiente porque él está conmigo. Y me gusta que mi mamá grite que tenga cuidado, sé que lo hace porque quiere que siempre esté bien.
Cuando vamos al parque, llevamos a nuestra perrita Pulgosa. Ella tampoco sabía jugar conmigo, y mis papis no sabían que ella podía aprender, les daba mucho miedo que Pulgosa me lastimara y no dejaban que yo me acercara a ella.
Antes, a Pulgosa sólo le gustaba que le tirara la pelota, y mis papis sólo me dejaban hacer eso. Pero ahora puedo acostarme en la cama de Pulgosa, jugamos con mis carritos y mis soldados (algunas veces Pulgosa muerde mis soldados, pero eso no me pone triste porque ella aún está aprendiendo a usar mis juguetes; además, a veces yo también muerdo la pelota de Pulgosa).
Mi mami me compró un disfraz de mi superhéroe favorito y cada vez que alcanzo a abrir el closet, Pulgosa y yo nos disfrazamos del hombre araña (bueno… Pulgosa sería la perra araña).
A mi mamá no le gustó mucho cuando le puse pintura roja a Pulgosa para que se pareciera más al hombre araña, pero también trabajo duro con mi mamá para que aprenda lo que es jugar.
Mis papis me compran juguetes, tengo una tablet, un computador y un televisor grandote en mi cuarto, compran muchas cosas para la casa, y papá siempre dice que hay que pagar el carro, la casa, el celular, hay que pagar el colegio, la guardería y ayudar a los abuelitos a pagar las cuentas, por eso deben trabajar tanto.
La verdad es que me gusta mucho mi tablet, pero yo prefiero ir al parque, comerme un granizado o unos chifles en los columpios, que mi mami me dé ánimos para lanzarme de la resbaladera más alta y mi papá esté ahí para sujetarme y ayudarme a levantar si es que cayera de cola en el piso.
Mi televisor también me gusta mucho, pero más me gusta acostarme en medio de mis papis, cuando ellos ven esos programas aburridazos en la tele de su cuarto (ayer miraban uno de política y economía, decían: - Es que el mundo está muy mal-. Eso yo lo sé y no necesito verlo en la televisión para enterarme). Cuando me acuesto con ellos a ver la tele, mi mamá me abraza, mientras mi papá me acaricia el cabello y Pulgosa se acuesta encima de nuestros pies sobre la cama, así que no me importa dormirme por lo aburrido del programa que están dando.
Si ellos también se aburren mirando la televisión, y yo pido por favor, algunas veces logro que pongan el canal Disney y mi papá nos hace canguil, y vemos los cuatro dibujos animados en el cuarto de mis papás.
Nos gusta jugar juntos, eso sí. A mi abuelita Nina, también le gusta que nosotros pasemos buenos ratos. El otro día la escuché que le decía a mi papi:- Mijo, tú también fuiste un guagua. Daniel luego ya no será un niño, tienen que aprovecharlo y pasar más tiempo con él, tienen que quitarle esos aparatos y dejarlo que salga al sol.-
Luego de pensar mucho en lo que dijo mi abuelita, me dio un poco de miedo, ¿por qué ella dice que voy a dejar de ser niño?, ¿me voy a convertir en otra cosa?, ¿me convertiré en un gusano, en una paloma o en una pelota?... Tengo que preguntarle.
Después que mi abuelita habló con mi papá, nos fuimos todos a la playa, así que mi papá le hizo caso a la abuelita y me puso al sol, a mí y a toda la familia.
Me sorprendí porque mi papi también fue un niño, eso dijo mi abuelita, o sea que él si sabía cómo jugar, pero ¿se le olvidó tan rápido?, tengo que tener buena memoria, para que a mí nunca se me olvide cómo jugar.
Seguramente tus papás también están muy ocupados, así que tú y yo tenemos un duro trabajo con ellos, que es enseñarles a jugar. También debemos enseñar a jugar a nuestras perritas, gatos, conejitos, ratones, tortugas, peces o lo que sea que tengas de mascota (conozco a un niño que tiene una serpiente de mascota, a mí no me parecen simpáticas las serpientes, si las tocas son muy frías y eso no me gusta, además no puedes jugar a la pelota con ellas, seguro se comerán la pelota la primera vez que se la lances).
Debemos aprovechar el tiempo que tenemos con nuestros papis, para jugar y divertirnos. El trabajo es cansado y a veces me pongo de mal humor cuando quiero ayudarles y ellos no quieren que les acolite porque dicen que no hago las cosas pronto o que si lo hago mal ellos tendrán que hacerlas nuevamente. Yo puedo hacer las cosas bien, y a veces las hago lentas o un poco diferente, porque estoy aprendiendo.
Cuando estamos todo en casa, y mis papis están cada uno en su computadora, me dan la tablet o el celular de mi papi para que juegue, pero yo quiero jugar con ellos y entonces corro, grito y riego la comida de Pulgosa a ver si ellos se animan a jugar conmigo, luego me pongo triste porque ellos también gritan, pero para que me quede tranquilo. Estar tranquilo es muy aburrido, yo quiero saber a qué huelen las flores, qué tan alto puedo lanzar la pelota, qué tan fuerte puede sonar mi grito, a qué sabe la tierra (sabe muy mal y se te queda entre los dientes, no la pruebes) y me gustaría que ellos me acompañen en todas mis aventuras.
Nadie dijo que sería fácil hacerle recordar a los adultos lo divertidos que son los días que pasamos juntos, pero tú y yo podemos lograrlo. Debemos tener paciencia y sobre todo mucha dedicación porque nuestros papás están muy ocupados siendo adultos, olvidando lo fabuloso que es ser niño.
[Este cuento está dedicado a Gabriel y a Leander, fuentes divinas e infinitas de inspiración]
Así como "Daniel" hay tantos niños de los que debemos aprender, solo que parece somos muy "adultos" para hacerlo, hay una frase que no debemos olvidar.. *"La vida es jugar!"*
ResponderEliminarLa vida es jugar, que buena frase :D
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